En línea con lo que escribí sobre “el Secreto” www.actoypotencia.com.ar/2010/05/el-secreto-un-manual-para-el-engano/ encontré una interesante entrevista del diario Crítica de la Argentina a la investigadora del Conicet, Vanina Papalini, sobre la literatura de autoayuda. La autora, que ha estudiado más de 60 libros de este género y se ha doctorado en ciencias de la comunicación (Universidad de París VII), sostiene que el consumo de este género es el paso previo a los psicofármacos «para poder estar siempre en actividad y diluir toda tristeza y preocupación». En la entrevista se refiere a libros como “Padre rico, padre pobre” o “¿Quién se ha llevado mi queso?”. Asimismo, compartimos un artículo de la misma autora, publicado por la Revista Newsweek, en donde aborda el vínculo de la autoayuda con el management, y el fenómeno que incluye desde Dale Carnegie con su “Cómo ganar amigos e influir en las personas” de 1936, hasta Pablo Coelho, el Feng-Shui y la New Age.
Newsweek: «Hay libros pero, sobre todo, lecturas
«Son el paso previo a los psicofármacos»
Entrevista a Vanina Papalini sobre su investigación acerca de los libros de autoayuda.
Crítica de la Argentina, 23 de julio de 2008
[…] Sobre el valor de esos textos en la construcción de un sujeto aislado y omnipotente, la demonización del conflicto y la exaltación del éxito asociado al dinero como valor máximo habla en esta charla con Crítica de la Argentina.
–¿Qué características tiene como género la literatura de autoayuda?
–Son libros orientados a la subjetividad de la persona y esta dimensión, para los autores de los libros de autoayuda, es la clave de resolución de los problemas de todo tipo que puedan experimentarse. Tanto los que podemos llamar emocionales o de relaciones con los demás, como aquellos que uno podría considerar más estructurales, relativos a las modalidades de trabajo, son pensados como posibles de ser resueltos por el individuo mismo, sin la intervención de ninguna otra persona ni con la transformación de ninguna otra condición.
–¿Qué particularidades tienen los libros de autoayuda argentinos?
–No tienen ninguna particularidad en especial, y tienen la característica de preparar al sujeto para unas condiciones de vida globales. Esto es: la enorme flexibilidad de empleo y un escenario de cambio constante que implican un costo emocional muy grande por esta situación permanente. Lo construyen como un sujeto simpático que siempre va a mostrar un rostro sonriente a pesar de cualquier situación que ocurra.
En ese sentido, trabajan sobre una hipocresía funcional. Que mueve a no mostrar, a guardar en lo más hondo los propios sentimientos. Construye a un individuo que siempre tiene ganas de actuar y de hacer y que se autoexige un montón, al punto de que se considera omnipotente para poder resolver todas las situaciones. Como contracara, aparece el hecho de que las personas hacen el esfuerzo por cumplir con todos estos mandatos, que los libros plasman pero que son sociales, y llega un momento en el que no se puede más y se pasa del libro de autoayuda al psicofármaco. Así se puede estar siempre en actividad, diluir toda tristeza y toda preocupación, para mostrar siempre la mejor cara y poder seguir actuando. Uno de los libros de autoayuda que vendió mucho en el último tiempo es Padre rico, padre pobre.
–¿Y qué puede decir sobre ese libro?
–Trabaja sobre la idea de que siempre se puede ser un triunfador y que esto depende de uno mismo. En ese sentido, uno es dueño de su propio destino y ni siquiera el lugar de nacimiento, la familia, la educación que recibió, son condicionamientos fuertes. Es el mito del self made man, pero traducido a la época actual y con elementos novedosos.
Entre estos libros, algunos tienen características más espirituales, y rondan la zona new age, y otros, no; son mucho más descarnados. Tienen la forma de un manual, incluso te dan una serie de pasos escritos de cómo lograr la disolución de los malestares y cómo solucionar los problemas cotidianos. Pero al mismo tiempo que ha crecido el consumo de los libros de autoayuda, también creció el consumo de psicofármacos de una manera bastante importante, y creció la cantidad de la población que se considera afectada por la depresión, que es una enfermedad de límites muy imprecisos, y que nadie sabe con exactitud si es una patología o no y en qué punto deja de ser una sensación de tristeza para convertirse en una enfermedad. Es muy fácil medicarla porque no está muy claro el límite entre lo patológico y lo que no lo es. Y el consumo de psicofármacos ha crecido de manera notable para gran alegría de la industria farmacéutica.
–¿Cómo es la construcción de la subjetividad que proponen esos libros?
–Sobre todo trabajan sobre la idea de un individualismo omnipotente. Al punto de enseñar a no prestar atención a los comentarios que los otros ofrecen sobre uno mismo. Es como un individuo cerrado que se forma una imagen positiva de sí mismo con prescindencia de lo que puedan opinar a su alrededor.
En ese sentido es bastante terrible, por más que pueda tener efectos positivos sobre la autoestima, porque crea una
especie de sordera y de aislamiento. Uno deja de interactuar con los otros, en la medida en que ponen en riesgo nuestra propia imagen del yo. No es seguro que esto se produzca de esta manera, a pesar de que los libros tengan esta tendencia, porque las personas mantienen una vida social bastante amplia en la Argentina. Creo que todo lo que sea grupal o social, o gratuito, y que no tenga como finalidad el éxito va en contra de esta tendencia dominante.
–¿Y por dónde pasa el éxito en estos libros?
–El individuo se siente realizado si ha tenido éxito económico. En el caso de que no le haya ido bien en lo económico, el segundo nivel es sentirse bien consigo mismo, pero está muy lejos del anterior. Y la idea de competencia atraviesa todo esto con una ideología bastante antigua que es la del darwinismo social. No hay ningún condicionamiento ético que pueda limitar las acciones para ganar en esta competencia loca.
–¿Recuerda un ejemplo de algún libro?
–El libro ¿Quién se ha llevado mi queso?, que también tuvo bastante renombre en su momento, plantea la situación de dos ratones a los que de un día para otro les desaparecieron un queso que tenían en un lugar, y uno no quiere no salir a explorar los laberintos para encontrar queso y el otro sí porque cree que si no se van a morir de hambre. Y en un momento, el segundo abandona al primero y sale para salvarse a sí mismo. Esto de alguna manera concentra la idea que se quiere transmitir: que al final se trata de salvarse solo y no importa qué es lo que está ahí atrás.
–¿Qué rol cumple la comunicación?
–Cumple un rol fundamental, y es pensada como la manera de resolver la mayor parte de los problemas porque se presupone que no hay desacuerdos esenciales. Se trabaja sobre la idea de que éste es el mundo existente, se trata de adaptarse del mejor modo posible, y la conversación apunta a ponernos de acuerdo en un objetivo que ya está predeterminado y es igual para todos.
Es decir, son libros que descartan la idea de disenso, de confrontación de ideas y que ven en eso un elemento amenazador. El que confronta o no está de acuerdo está por fuera del sistema y no interesa retenerlo. También en este sentido se avanza hacia un mundo mucho más homogéneo en términos de los modelos a alcanzar y las metas a conseguir, y en el que hay una desaparición y una demonización del conflicto.
Nunca me gustaron los libros de autoayuda, sabia que se quedaban cortos, y un monton de otras falencias, pero no sabia como expresarlo.
Opino que es eso, ademas de que al basarse en la autoafirmacion (que no esta del todo mal como para estimarse), evita admitir el horror (para muchos) de una conviccion irremplazable: el ser humano es criatura de Dios y hacia Dios vamos, Dios se dio a conocer, lastima que no todos tenemos el mismo conocimiento. ¡Ay! Y los lindos y musicales pps de autoayuda me deprimen.
Por algo Cristo encargo una difusion sin fecha de vencimiento.
Javier, ¡cómo olvidar el artículo sobre «El secreto»! Vuelvo a repetirte que es muy bueno que artículos como estos salgan a la luz puesto que mucha gente venera este tipo de textos.
Por mi parte, considerar esta clase de textos como «literatura» de autoayuda despierta en mí (que estudio Letras) una cierta intranquilidad, por decirlo de alguna manera, ya que este tipo de textos no entran como categoría literaria. Los que vendrían siendo textos literarios tienen como fuerte característica la ficción y este tipo de textos (teniendo en cuenta el tipo de discurso ) resultan ser, más que narrativos, textos argumentativos; recurren al estilo de una propaganda de vida perfecta y no al de un texto que produce placer estético, sin ignorar que muchos de los textos literarios despiertan la reflexión, denuncian y pueden estar basado en hechos reales. Así como dice la autora, estos textos quieren presentar un manual de vida perfecta haciendo creer a sus lectores (personas desesperanzadas) que hay un sólo camino a la felicidad que es el dinero y el individualismo.
Un abrazo.
No entiendo bien lo que dice la lic. Papalini con respecto a los psicofarmacos. ¿En que fundamenta su relacion con los libros de autoayuda? ¿Se refiere mas a un mal diagnostico quizas? Su respuesta es difusa. Saludos.
María Inés, entiendo que la autora se refiere al vínculo entre los libros de autoayuda y los psicofármacos, en tanto que tienen en común la evasión de los conflictos. Es decir, estos libros pareciera que actúan para que todo siga su curso, como si todo debiera seguir «funcionando» y Papalini alude a la sociedad de consumo masivo o capitalismo tardío. Por otro lado, los psicofármacos apuntan a aplacar síntomas, químicos que buscan algo así como un equilibrio psicofísico, la «solución» rápida que evita precisamente el análisis o la introspección para ver qué es aquello que está causando dichos malestares. Creo que hay mucho más para decir, pero me parece que va por ahí.
Flor, comparto tu observación. Espero que nuestra letrada amiga no se sienta ofendida por haber referido a la autoayuda como literatura je!.
Javier, no me siento ofendida por la utilización del término, sino que me gusta a través de algunos conceptos rebajar otros, y sinceramente la autoayuda no merece ser considerada literaria sino cual instructivo de cocina, está hecho para seguirlo pero la vida es más rica si uno experimenta por sus medios y descubre un plato novedoso que puede resultar igual o más rico. Siempre está bueno, desde el ámbito que sea, enriquecer lo de otros con lo que poco que uno tiene, por eso mi aporte, je. Un abrazo!
En mi opinión resulta al menos aventurado relacionar el consumo de libros de autoayuda con los psicofármacos. Creo que los libros de autoayuda no ignoran los conflictos , mucho menos los evaden, por el contrario los afrontan con herramientas , si se quiere muy optimistas, pero justamente lo que el lector necesita es eso, pero lejos intentar evadirse, el lector de autoayuda , yo entre ellos, quiere solucionar sus problemas y aprender a enfrentarlos, con terapia, con libros , con consejos de amigos etc. Me resulta muy llamativo que teniendo doctorados y estudios complejos en materias sociales , algunos periodistas y entendedores de la materia expresen con tanta seguridad estos conceptos. No comprendo del todo porque motivo no tienen en cuenta que existen individuos que padecen de un aislamiento afectivo y comunicacional , con grandes inconvenientes para expresar sus sentimientos y necesidades a quienes estos libros (o conjuntos de consejos para no ofender suceptibilidades de los estudiantes de letras) realmente los hace avanzar a niveles autocomunicacionales y externocomunicacionales que nunca antes habían logrado alcanzar. Entiendo que uno no es la media de todos pero justamente por eso tampoco se puede generalizar como lo hace la entrevistada, creo generalizar es un modo cómodo de no profundizar en un análisis complejo tal como lo requiere la conducta y condición humana. Gracias por el espacio para debatir.