Crónica del diálogo con Fr. Ramiro de la Serna
El pasado lunes 1° de julio el Instituto Emmanuel Mounier de Buenos Aires convocó a un diálogo con el padre Ramiro de la Serna, un franciscano convencido de que la realización personal va de la mano de la opción por los pobres y que el peor pecado es la indiferencia ante quien sufre. Frente a un auditorio colmado, este sacerdote de 56 años, compartió su convicción sobre la capacidad transformadora del encuentro y reflexionó acerca de la desposesión como un estilo de vida liberador.
Cuando tenía diecinueve, De la Serna, por entonces estudiante de abogacía, viajaba por Europa junto a unos amigos. Fueron ocho los meses que estuvo en el viejo continente y un hecho el que lo marcó para siempre. En una escala “casual” de su recorrido por Italia, pasaron por Asís. Allí Ramiro vio caminar entre la nieve a unos frailes franciscanos cuyos pies eran únicamente protegidos por un par de sandalias y pensó: “ellos tienen algo que yo no tengo”. Ramiro, que estaba de novio y avanzado en su carrera universitaria, tiempo después entraba a la Orden de los Frailes Menores, optando voluntariamente por la pobreza como estilo de vida.
Y a imitación de Jesús, explica el fraile, dicha elección voluntaria de la pobreza consiste en centrarse en lo que es verdaderamente importante y que en ciertas oportunidades las ambiciones personales y las posesiones, hacen perder de vista. Ramiro cree que lo novedoso del estilo de vida de Jesús, en este sentido, no se resume solo en que nació en un pesebre o que predicara en favor de la pobreza, sino en su vida cotidiana. Siendo carpintero en un pueblo pequeño, no había lugar para la abundancia, pues “¿cuántas mesas tendría que vender?”, se preguntaba Ramiro. La clave, según el religioso, se encuentra en que se trataba de una economía de subsistencia, no de acumulación.
Entonces “¿qué hay en la pobreza que nosotros no tenemos?”, interpeló el franciscano. “Por lo pronto —se respondió—, lo que el pobre pone en el centro es su persona, ya que es lo único que tiene”. Y reflexionó acerca de ese padre de familia que empeña los pocos bienes que tiene para hacerle la fiesta de quince a la hija. “Esta persona está pensando en celebrar, en el encuentro. No tiene su cabeza en ahorros, en riqueza. Ofrece lo que tiene. Quizás por esto a nosotros nos es difícil poner al otro en el centro”.
De la Serna está convencido de que “la vida no es para mí, mi vida es para ser dada”. Allí radica, para el fraile, todo sentido: “uno es esclavo de lo que guarda y dueño de lo que entrega”. Ahora bien, es cierto que para salir al encuentro del otro, debo conocerme a mí mismo, ya que así discierno desde dónde puedo poner mis dones al servicio; “lo que no puedo hacer en ningún caso es permanecer indiferente”. En realidad, “sólo me poseo en la medida en que me entrego”.
Y ante las realidades más difíciles de la condición humana —y de la vida en sociedad—, como lo es la delincuencia, por ejemplo, Ramiro explica que el camino del encuentro no es mágico, que la propia liberación y la de los demás no están exentas de dramatismo. En relación al trabajo que él realiza, acompañando jóvenes que aguardan se les dicte sentencia, dice “de vez en cuando le robamos uno a la muerte”. Pero ese uno acontece y eso hace que valiera la pena todo el esfuerzo, reflexiona.
Para Ramiro, la opción por los pobres, o bien la decisión de salir al encuentro de quien tiene necesidad de mí, es una elección difícil, no obstante la única que nos vuelve más humanos. Según Ramiro no hay santidad posible, o bien, no hay plenitud humana posible, sin esta opción. Y para esto no hay que ser fraile franciscano. Cuenta De la Serna que una profesional que conoce, y que desarrolla una actividad muy comprometida con los que menos tienen, fue asaltada hace unas semanas cuando entraba con su auto a uno de los barrios en los que trabaja. Pasado el hecho —en donde además la encañonaron con un arma de fuego— fué severamente cuestionada por su entorno más cercano. Según el relato de Ramiro, todos le decían “¡Cómo vas a ir a esos lugares, vos no podés ir más ahí! ¿estás loca?, ¿no pensás en nada?” y hasta llegaron a decirle que era una egoísta. “¿No pensás en tus hijos?” fue la pregunta que finalmente la hizo responder: “Si por alguien hago todo esto es por mis hijos, ¿o prefieren que hagamos dos metros más alto el muro del country?”.
Casi un centenar de personas participaron del nuevo encuentro del IEM, por segunda vez consecutiva en la sede del Hannah Arendt. A todos ellos Ramiro invitó a encontrarse con quién los necesita, a responder al rostro sufriente del pobre. Y para esto consideró menester descalzarse –como Moisés ante la zarza ardiendo—, pues la realidad del otro exige ser abordada del modo en que se accede a lo sagrado. También puntualizó cómo a veces nos referimos a los “pobres espirituales”, relativizando la carencia material de quienes viven marginados. Lejos de negar las necesidades de los denominados pobres de espíritu, el fraile piensa que éstos, a diferencia de los “pobres materiales”, cuentan con un sinfín más de posibilidades para resolver sus problemas existenciales o morales. Ya sea hacer un viaje a la India a ver a algún gurú, ir al psicólogo, o lo que fuera. Por eso argumenta que en primera instancia debemos ocuparnos de quienes menos tienen, por el simple hecho de que urge empezar por los últimos.
Asimismo, cuestionó la creatividad e ingenio que ponemos a la hora de los negocios: “si pensáramos alternativas para ayudar al otro y no solo para ganar guita…” y finalizó: “tu mayor riqueza no son tus bienes sino tu persona”, invitando a cada uno a evaluar de qué manera involucrarse, sea dando su tiempo, colaborando desde la profesión, mas lo que quedó en claro es que «no podemos permanecer indiferentes”.
Querido Javi:
A una semana de la charla con el Padre Ramiro, todo el tiempo tengo en la cabeza sus palabras, sus conceptos y no puedo dejar de pensar en lo pobres, en aquellos que nos necesitan…que me necesitan.
Creo que todos los que allí estuvimos, estaremos interpelándonos sobre nuestra posición ante el otro, para salir de ese lugar cómodo (si se me permite el concepto) y seguro en el que nos ponemos (el padre lo definió como «atender detrás de la ventana») cuando el prójimo se nos presenta y nos golpea la puerta.
Por mi parte, puedo decir que fue una reunión sumamente enriquecedora. Tanto por las palabras del padre como por la participación de cada uno de los presentes que expusieron sus experiencias, ya que todo me ha hecho pensar mucho en la forma que nos relacionamos con el prójimo, y cuanto hacemos (y cuanto no!) por darnos hacia el otro.
Estoy convencido que este es el camino, empezar por el cambio de conciencia.
Adri, gracias por el comentario y por compartir esas repercusiones que te generó la charla, que sin dudas, por lo menos a mí en lo personal, me hacen muy bien. Más que nada para volver a hacer presente esa disposición que tantas veces queda relegada por uno y otro pretexto. Ojalá que las palabras de Ramiro puedan seguir incomodándonos!!
Bueno el comentario… por las dudas va una direccion de una fundación que acompaña a familias en situacion vulnerable… Gracias.
Raúl, compartimos el link de la fundación: http://fundacioncorazonderosa.org/portal/ un abrazo!
Querido JAVIER
Luego de haber participado el sábado anterior a la visita de la Fundación que alienta Fr. Ramiro, esperaba con ansias el relato de la charla que pusiste en el blog. No hace más que reafirmar la convicción que en atender las necesidades del «otro», no hace más que dar sentido a la existencia personal. Me dueles tú, luego existo, parafraseándolo a Carlos Díaz. Es también el mensaje del papa Francisco, reafirmado con su reciente viaje a la isla de Lampedusa. Gracias por el resumen. Con tu permiso lo reenvío a mis contactos.
Un abrazo fraterno, Horacio
Querido Horacio! me alegro mucho que la síntesis de la charla haya satisfecho tus expectativas generadas el sábado anterior al ir a conocer la Casa de Jóvenes Hermano Francisco y la Fundación Pies Descalzos. Quedamos en organizar algo con los frailes, así que seguramente volveremos a Mariló y te avisaremos por supuesto. Claro que podés compartir este artículo con quien quisieras!!
Javier, el padre Ramiro de la Serna nos ha dado una lección de sencillez y entrega desinteresada a los pobres. Fui a su charla y no puedo más que alegrarme por la decisión que tomé. Mirar las sandalias de un fraile en invierno lo dice todo. Felicito al IEM por estas iniciativas y los aliento a seguir así. Saludos a todos .
Gracias por la excelente síntesis.
EXCELENTE! PAZ Y BIEN