El nombramiento de Tinelli como personalidad de la cultura terminó de exhibir un estilo de política que parece privilegiar el oportunismo mediático más que la consistencia de un proyecto, el éxito por encima de cualquier convicción, lo que “vende” sobre los ideales. La estrategia política del PRO se erige en nuestros días desentendida de un discurso transformador, encandilada por las estrellas del espectáculo o el deporte, que la hacen tan atractiva como las figuras que hoy la masa puede amar, pero rápidamente olvidar.
Mac Allister, Del Sel, Baldassi, el hermano de Ginóbil, “Perico” Pérez, Chilavert, Ramón Díaz y ahora el jardinero Cruz son o han sido los candidatos macristas, que confirman la excepción y no la regla en su armado electoral. Es decir, no es que Macri hubiera descubierto una personalidad que viene de otros menesteres y reconociendo su talento y vocación la promueve a la política, sino que, a la inversa, se busca primero la popularidad, en algún caso el carisma –siempre la fama—, pero de formación política, vaya uno a saber.
Independientemente de las virtudes o defectos que estas figuras puedan tener, es muy interesante advertir la racionalidad que opera detrás de las postulaciones del PRO, aunque también, para ser sincero, bastante penoso.
El reconocimiento a Tinelli pone sobre la mesa un debate más atractivo que si lo que el conductor-empresario hace es cultura o no, más bien, muestra qué clase de cultura es la que el macrismo reivindica como modelo, exalta y promueve.
Tengo la sensación de que son otros los valores necesarios para una refundación de la Argentina: la decencia, la vocación de cambio, la cercanía sincera al que sufre, el servicio, la austeridad y la promoción de ideales superadores, entre muchos otros.
No pierdo la esperanza de que pueda generarse un espacio opositor amplio que pelee la presidencia al pejotismo oficial o disidente, pero este no parece ser el rumbo.
Lamentable el reconocimiento de Macri a Tinelli.
Si, es lamentable que se vayan desvalorizando los VALORES, anteponiéndoles el exitismo a la capacidad, el rating sobre lo verdadero, lo temporal sobre lo duradero. Una lástima que se confundan estas cosas ya que no contribuyen a una verdadera construcción de país que todos anhelamos.