Aborto, política y metafísica.
Darío Sztajnszrajber dice que el problema del aborto es un asunto político, no metafísico y por tanto toda pretensión de verdad debe ser erradicada de la cuestión pública. Para el filósofo no pueden nunca convivir la democracia y los absolutos, la democracia y la verdad. Sin embargo sólo la afirmación de una verdad, que la vida es sagrada, puede plantarse en defensa de los derechos humanos cada vez más en retirada frente a un nihilismo que barre con todo valor y deja a la humanidad expuesta a las peores aberraciones.
En el marco de los debates por la despenalización del aborto, Darío Sztajnszrajber saca a relucir toda su brillantez retórica al mismo tiempo que nos lleva al vacío de sentido propio del relativismo moral. Orgulloso de promover la “Posverdad”, se pregunta, “¿cómo ponernos de acuerdo si ni siquiera hay acuerdo en lo que es un acuerdo?”, para exhibir su cosmovisión del mundo tan metafísica, como la misma metafísica que quiere destruir.
Claro que no podremos ponernos de acuerdo en nada si echamos por tierra toda posición, toda creencia, todo principio. Y si bien es menester desde la filosofía ponerlo todo en cuestión: cuando ya no queda nada de qué sujetarse, hasta la misma dignidad humana termina supeditada al constructo simbólico-cultural del momento.
Cuando dice “saquemos a la verdad de la cuestión pública” Sztajnszrajber está afirmando que todo tiene el mismo valor o bien que ya nada tiene valor. Pues, como señala, “en nombre de la verdad se han cometido los más grandes exterminios de la historia”; hacerla desaparecer de la cosa pública, como pretende, no haría más que darle legitimidad a dichas aberraciones. Una cosa es la verdad y otra el uso antojadizo y arbitrario que puede hacerse en su nombre.
Y aquí ya no es la verdad el problema sino el que alguien se autoproclame su acreedor, su detentor y pretenda imponerla a los demás. ¡Eso no es la verdad! Sino el capricho absolutista de quien solo busca dominar.
Por el contrario, la búsqueda de la verdad, como móvil existencial –que nunca se conquista de modo pleno y por tanto menos puede imponerse a otro– representa la actitud más noble de quien no se satisface con el lugar que otros le han conferido y busca su versión más auténtica, singular, que suele darse según la forma de la creatividad y el servicio. Asimismo, quien busca la verdad busca el bien mayor de cada situación y se siente interpelado a responder responsablemente tanto desde lo personal, como desde lo comunitario. En otras palabras, no puede pensarse a sí mismo, verdaderamente, sino como parte de un todo mayor.
En ese sentido verdad y democracia, en vistas del bien público, el bien común, se requieren tanto mutuamente, como una tensión que busca siempre superarse y que es el resorte elemental para evitar que solo quede la búsqueda autorreferencial del propio deseo. ¿Si abdico de la verdad en la cuestión pública, por qué me voy a esforzar por velar no solo por lo que me conviene, sino por lo que es justo? Es que tampoco existirá lo justo o la justicia…
La actitud de búsqueda de la verdad, que promovemos, no tiene nada que ver con la pretensión de poseerla, pues ahí sí emerge la discordia ante quien niegue “mi verdad” y será inevitable el enfrentamiento por cuál “verdad” prevalecerá como única.
Pero si intuyo que existe una jerarquía de valores y que no todo da igual en el orden ético, desechar una vida humana jamás será una opción. La persona humana y su dignidad inalienable jamás podrá ser concebida como un medio para un fin, pues es un fin en sí misma.
Digámoslo de una vez: Sí hay una verdad absoluta, derecho humano universal, aplicable en todo tiempo y lugar: el derecho a vivir. Ningún otro semejante puede decidir sobre mi derecho a vivir como yo tampoco puedo decidir sobre el suyo, más que violentando el acuerdo más elemental (ese que el pensamiento débil ha intentado desjerarquizar), que es la base de toda convivencia, tolerancia y respeto por los demás.
Ahora bien, si dejamos que el nihilismo de nuestros días se imponga, ya no habrá derecho humano alguno en qué guarecernos, pues si la construcción colectiva de un momento dado, política, se antoja avasallar la dignidad inherente a toda persona, asistimos a un totalitarismo ideológico capaz de las peores perversiones. ¿O cómo argumentará Sztajnszrajber que el nazi no puede exterminar al judío, si goza del beneplácito de la política?
En este punto es donde la destrucción de toda verdad y la verdad erigida como imposición se unen como dos polos que constituyen el germen de la deshumanización a la que asistimos.
Llama la atención la pusilanimidad del pensamiento dominante de nuestro tiempo, en donde la Posverdad, descreída y desencantada, termina abandonando toda causa real de derechos humanos, cuando solo una verdad podría haber evitado y puede evitar hoy todo exterminio y decirlo en voz alta: que la vida es sagrada, toda vida más allá de la inclinación sexual, el color, la religión, la clase social o la nacionalidad.
Ante la afirmación de Sztajnszrajber de que se trata de política, no de metafísica, debemos decir que efectivamente se trata de política, pero también de metafísica (somos mucho más que seres puramente físicos) y fundamentalmente de derechos humanos universales. Si no sentamos las bases para el respeto de lo más elemental (la vida) y no evolucionamos como sociedad desde una ética del cuidado, el desorden establecido seguirá su curso acallando todo levantamiento ante lo injusto, todo avasallamiento de la dignidad humana, pues si las peores aberraciones se legitiman desde las instituciones y nos quedamos sin verdad para expresarnos ¡ay de nosotros humanidad!
@dario, la mujer puede decidir libremente sobre su propio cuerpo. No sobre otro que se desarrolla dentro de ella. Acompaño mujeres que han abortado y sufren secuelas que las tormentan durante años y años. #CuidemoslasDosVidas . Ampliemos las posibilidades, vamos x mas. No subestimes la capacidad de la raza humana para resolver desafios. Gracias x tu reflexion. Slds
SI DESPUES DE 48 hs. DE FORMADA LA CELULA CIGOTO EL ADN DE ESTA CELULA ES DISTINTA A LA DESUS PADRES, ES DECIR CONTIENE 50% DE ADN DE CADA CADA, POR LO TANTO LA PERSONA POR NACER ES UN SER NUEVO, DISTINTO Y CON DERECHO A LA VIDA.-
ES UNA RECONOCIDA HIPOCRECÍA SEÑALAR QUE ESTÁN POR LA VIDA Y MATAN A UN SER INDEFENSO Y CON EXISTENCIA CREADO POR SUS PROGENITORES ASESINOS…!!!
DARÍO: LA VIDA NO ES UNA ENTELEQUIA O PROBLEMA POLÍTICO SINO QUE LA PERSONA POR NACER ADEMAS DE SER UN ENTE EN POTENCIA INTEGRAL ES UN COMPLEJO CULTURAL, POLÍTICO, METAFISICO, BIOLOGICO, JURÍDICO, SOCIOLOGICO, GEOPOLÍTICO, MORAL Y UN NEGOCIO.-
La postura de Darío Sztajnszrajber me resulta incongruente con el pensamiento filosófico que aduce sostener. No es posible ninguna condición humana, física o metafísifa que no parta de un principo de verdad. Sostener que la verdad debe ser erradicada de la cuestión política es contradictoria con la búsqueda del bien común. Nadie tiene la verdad absoluta, por tal motivo todos, deben aportar desde su lugar la porción de verdad para discutir cualquier cuestión política, máxime cuando de lo que se trata, en este caso, es del derecho primordial de cualquier ser humano, como es el derecho a la vida. Sin este derecho ningún otro derecho se sostendrá por sí solo. Al negar la verdad del que piensa diferente lo que está intentando hacer es imponer su visión y descartar cualquier otra que se le oponga, es decir es una posición autoritaria que niega la diversidad. Por tanto no es una visión humanista, sino populista y dictatorial.
Excelente el articulo. La posición de este seudofilosofo que niega el carácter metafísico de la cuestión del aborto y lo reduce a un problema político, es la base de todos los totalitarismos contemporáneos. La condición del judío para el nazismo, la cuestión de los burgueses para el comunismo, la cuestión de los negros para los esclavistas, era problemas políticos, según el decir de este seudofilosofo.Lo único que se olvida de decir es que en todos esos planteos el que perdió la partida era el hombre de carne y hueso, que termino maltratado, humillado, muerto o despojado.